Edgar Lantigua
Por alguna razón que desconozco, quizás atribuible al influjo de sectores dominantes o a no se que funesta influencia, en el glosario de expresiones populares dominicanas sobreabundan frases y expresiones en donde se resta valor a la Amistad o se reniega de ella. Verbigracia: amigo es un peso en el bolsillo etc.
A lo largo de mi vida he podido cosechar un manojo de amigos que echan por la borda estas expresiones y que me permiten afirmar que la AMISTAD es un valor imperecedero y de extraordinaria trascendencia.
Pero hoy no voy a referirme a mis amigos sino a un amigo de mi padre que fue un verdadero ejemplo en muchos aspectos de su vida; José Pimentel Lister, Don Chujo, como la mayoría de la gente lo conoce.
A lo largo de mas de 30 años Don Chujo, Juan de Jesús Beard, mi padre Epifanio Lantigua y el único sobreviviente el profesor Luis Pérez Linares conformaron un grupo de amigos entrañables, solidarios, profundamente identificados con los mejores valores de su generación, que se reunían casi todas las tardes, bien en nuestra casa o en la de cualquiera de los otros a conversar animadamente y por qué no, a discutir de forma amigable sobre los temas mas candentes de la actualidad nacional.
A lo largo de esos años cultivaron una relación de amistad que ha trascendido las generaciones. Ayer en el entierro de don Chujo la magistrada Miguelina Beard hija precisamente de don Juan de Jesús Beard resaltaba como esa amistad trascendía a nosotros, hijos de esos inefables amigos.
En Chujo Pimentel, prefiero seguirle llamando por su apodo, ese sentido de la amistad alcanzó niveles épicos, cercanos al heroísmo, al mantener inquebrantable su amistad con las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal cuando estas eran consideradas ya enemigas del oprobioso régimen de Trujillo. De su casa salieron ellas a visitar a sus esposos y luego a regresar a Salcedo el día en que la tiranía llevó a cabo una de sus mas horrendas acciones, el asesinato de estas tres mujeres que conmovió los cimientos de la conciencia nacional.
Pero Chujo Pimentel fue también un padre ejemplar, orgullo de sus 6 hijos a quienes legó un ejemplo inmenso de seriedad, responsabilidad y del valor y la dignidad del trabajo arduo y tesonero. Hasta que sus condiciones físicas se lo permitieron se mantuvo laborando como agente de seguros, cuando ya no necesitaba trabajar porque sus hijos gustosos cubrían cualquier necesidad que pudiera tener.
Este hombre que fue gobernador de Puerto Plata, administrador de la Chocolatera Industrial, administrador de la Curacao Trading en Puerto Plata, en la primera etapa de esa empresa de muebles, conservó siempre su humildad, su sencillez, su cálida acogida y la firmeza de sus convicciones.
Yo hablo por lo que me toca, por la cercanía de esta amistad, pero se que fueron muchos los amigos que cultivó este hombre ejemplar que el martes camino sereno y confiado a la presencia del padre luego de una vida de sobrados ejemplos de solidaridad, amistad, honradez y servicio a la patria y a la sociedad puertoplateña.
Descanse en paz Don Chujo, en su ejemplo vive el valor y la trascendencia de la amistad.
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